jueves, 28 de enero de 2016

CUENTO ZEN

Texto del maestro zen Goso (Wu-tsu). Lo que dice del zen vale del camino religioso en general. 
Si la gente me pregunta a qué se parece el zen le diría que es como aprender el arte de robar. 

El hijo de un ladrón vio envejecer a su padre y pensó: Si es incapaz de llevar adelante su profesión ¿quién ganará el pan en esta familia, salvo yo mismo? Debo aprender el oficio. 

Comunicó la idea a su padre, quien la aprobó. Una noche el padre llevó al hijo a una casa grande, forzó la cerca, entró en la casa, y abriendo un gran baúl le dijo al hijo que fuese a sacar vestidos. Tan pronto el hijo se introdujo en el baúl, hizo caer la tapa y aseguró la cerradura. 

Entonces el padre salió al patio, y golpeando fuertemente la puerta despertó a toda la familia, al tiempo que silenciosamente se deslizaba por el agujero que al entrar había hecho en la cerca. 
Los moradores se excitaron, encendieron velas pero descubrieron que los ladrones se habían ido. El hijo, que permaneció todo el tiempo confinado en el baúl, pensó en su cruel padre. 

Estaba grandemente mortificado cuando surgió en él una buena idea. Hizo un ruido que sonó parecido al chillado de una rata. La familia dijo a la sirvienta que tomase una vela y examinase el baúl. Al abrir la cerradura de la tapa, salió el prisionero, apagó la luz de un soplido, hizo a un lado a la sirvienta y huyó. 

Los moradores corrieron tras él. Al advertir un pozo junto al camino, tomó una gran piedra y la tiró al agua. Todos los perseguidores se congregaron alrededor del pozo tratando de hallar al ladrón ahogándose en el oscuro agujero. Mientras tanto, él estaba de vuelta y seguro en casa de su padre, imputándole el haberse podido escapar por poco. 

El padre le dijo: No te ofendas, hijo mío. Dime solamente cómo te escapaste. Cuando el hijo le narró todas sus aventuras el padre observó: ¡Ya lo lograste, aprendiste el arte! 

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