1, Te proponemos un texto, léelo dos veces.
“¿Por
qué el coronavirus, cuáles son sus causas y efectos? De ello puede hablarnos el
biólogo o el médico, también el psicólogo o el economista. Pero solo la fe da
el horizonte último que unifica las miradas parciales. El creyente no tiene
todas las respuestas, pero conoce a quien sí las tiene. Lo conoce y sabe
invocarle, para que le ayude a vivir esta hora con sentido. Creer en Dios significa que nuestro
“¿por qué?” puede transformarse en “¿para qué?”
“En el
programa del reino de Dios”, decía san Juan Pablo II, “el sufrimiento está
presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al
prójimo” (Salvifici Doloris 30). También el
sufrimiento del virus está presente para
que se reavive en nosotros el amor. Hacia este amor conduce la
providencia todas las cosas. Por eso quien cree en la providencia no responde
con la dejadez o la irresponsabilidad, sino con la inteligencia del amor.
Despertamos
al amor, primero,
porque descubrimos lo valiosas que son la vez el gran bien que está amenazado.
Pues experimentamos que no tenemos vida si no es vida juntos. Que no podemos
florecer como individuos solitarios, sino solo como miembros de una familia,
escuela, barrio… El virus desenmascara la mentira del individualismo y
atestigua la belleza del bien común.
Y así
despertamos al amor, en
segundo lugar, porque sufrimos como propio el sufrimiento y la
angustia de los otros. El dolor nos une. En cierto modo nos hemos contagiado
todos del virus, porque se ha contagiado nuestra comunidad, ciudad, nación.
Vienen tiempos duros para muchas familias, para los ancianos, para los más
frágiles. Y el dolor acrecentará entre nosotros las obras de amor al prójimo.
La dificultad del contacto físico requerirá un amor inteligente, que invente
nuevas formas de presencia. Los medios tecnológicos nos ayudarán a expresar esa
cercanía y apoyo afectivo que, lejos de contagiar el virus, nos vacunan contra
él.
Despertar
al amor será también, en
tercer lugar, despertar a nuevos modos de obrar juntos. Pues el
dolor del virus, además del que causa la enfermedad, será el dolor de la
zozobra, de no saber a qué atenerse ni cómo sacar adelante las mil cosas de la
vida cotidiana, será la fatiga de rehacer planes y de soportar la espera. Y el
amor inteligente y creativo será el de los maestros que no interrumpen su labor
educativa ni su apoyo a los alumnos, el de los padres que inventan quehaceres y
juegos para sus hijos, el de los pastores que siguen llevando alimento a sus
fieles, el de las familias que inspiran y comparten su creatividad con otras
familias.”
2,
Haz un esquema de las ideas esenciales.
3,
Busca por internet una reflexión de la psicóloga italiana Francesca Morelli a
raíz del brote de Coronavirus.
Comentario reflexivo ¿Qué
te ha parecido? ¿qué crees que diría con el paso del tiempo, a día de hoy?
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