Creo. Rezo. Confío. Espero
Silos. 20:00 horas. Me conmueven las lágrimas de Jesús. Me emociona su tristeza profunda. Tan real. Jesús llora ante la tumba de Lázaro. Su amigo. Llora como tantos han llorado estas semanas la pérdida de sus seres queridos. Tampoco Él estaba cuando murió Lázaro. Tampoco se pudo despedir de él. Le duele el adiós. Le duele su amor por él. Y llora.
Quiero detenerme ante el sufrimiento del hombre, como hace Jesús. Detenerme para llorar con el que llora. No quiero permanecer indiferente ante el dolor de los demás. Quiero acercarme con respeto infinito a las lágrimas que veo. Sostenerlas con mi silencio. Abrazarlas. Y callar. Porque cada lágrima expresa sentimientos para los que sobran las palabras.
Muchas vidas han quedado inconclusas. Hay voces que no volveremos a escuchar. Rostros que no volveremos a acariciar. Sonrisas que nunca más contemplaremos. Pienso en el dolor de sus familias. Algunas tan cercanas. Y un desgarro me parte el alma. Y lloro. Sufro cuando lloro. Amo cuando lloro. Se me escapa el alma en cada lágrima.
Recuerdo con nostalgia a los que ya no caminan conmigo. A cada uno. Su paso amable por mi vida. Su sonrisa. Sus palabras. Sus abrazos. Rostros que siguen impresos en mi alma. Vidas que siguen siendo la tierra sagrada donde hundo mis raíces. Están. Siguen. A veces sangro porque no pude mirarlos a los ojos para despedirme. Ojalá les hubiese podido abrazar más fuerte la última vez que nos vimos. Ojalá hubiese podido decirles lo mucho que los quiero. Ojalá hubiese podido darles las gracias. Ojalá hubiese podido pedirles perdón.
Y lloro. Pero sé que mis lágrimas riegan una tierra nueva que se abre al misterio de la Resurrección. Sé que la ausencia se ha transformado en un silencio habitado con su presencia. Una presencia real que llena todos mis vacíos. Sé que están. Sé que me escuchan. Sé que me cuidan. Sé que me esperan. Sé que me sueñan allí en el cielo. Sé que me abrazan aquí en la tierra. Mi corazón tiembla por perder lo más amado. Y lloro. Pero creo. Rezo. Confío. Espero.
Fray Ángel Abarca Alonso, OSB
Monje benedictino. Monasterio de Santo Domingo de Silos
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